martes, 16 de octubre de 2018

Chuck Steel: Night of the Trampires

El animador galés Michael Mort visitó el Festival de Sitges para presentar la primicia española de su largometraje en stop motion "Chuck Steel: Night of the Trampires", una hilarante propuesta de humor absurdo para adultos verdaderamente arriesgada pero hecha con toda la libertad del mundo, que constituye un divertido y enérgico homenaje a las películas de acción y de terror de los ochenta. Algo así como el equivalente animado de las películas de Torrente, pero con más gore y acento británico - y una rockera banda sonora con temas de Judas Priest, Marylin Martin, Saxon, Vixen, Loudness...- , que constituye todo un revulsivo en esta época del #MeToo y de lo políticamente correcto.


El Chuck Steel del título es un agente de la ley tan deslenguado como prominente es su mentón que tuvo su primera aparición en un cortometraje de 2013 también realizado en stop motion  - "Raging Balls of Steel Justice" - donde repartía tortas y balas a diestro y siniestro enfrentándose casi en solitario a una banda de traficantes de armas. En la nueva película, el agente debe desentrañar un conjunto de misteriosas desapariciones que tienen lugar en Los Angeles, y para las que sólo parece tener respuesta un anciano llamado Abraham van Rental, según el  cual los hechos responden al ataque de los trampiros, unos mutantes híbridos de vagabundos (tramps) y vampiros. El solitario agente no tendrá más remedio que trabajar codo con codo con van Rental si quiere llegar al fondo del problema y enfrentarse a la peor plaga que nunca se ha cernido sobre la ciudad.
Como película de adultos, resulta grato que la producción de Michael Mort no haya caído en la frecuente trampa de convertirse en una mera excusa para soltar una abundancia de exabruptos y expresiones más o menos soeces sin ningún otro fundamento que una débil línea argumental. Si bien no faltan en la película salidas de tono y declaraciones capaces de incomodar a algún colectivo, éstas quieren ser chistes ocasionales y caricaturas de ese mismo lenguaje, más que columna vertebral de una historia donde hay lugar preferente para el humor inteligente y para una trama que tan solo busca el entretenimiento con una mezcla suficientemente imaginativa de los recursos y clichés de las películas de acción de los ochenta y el terror de serie B.


Resulta hasta cierto punto desalentador no poder detenerse en todos los detalles puestos en los sets y en los numerosos puppets que artesanalmente ha construido para la película el talentoso equipo de Michael Mort, a veces fugazmente vislumbrados en las rápidas escenas de acción que se suceden a un ritmo trepidante durante la mayor parte del metraje, tanto que se necesitaría de un segundo visionado para poder fijarse un poco más en muchos de ellos. No es para menos, en la película concurren multitud de personajes cada uno de ellos construidos siguiendo los métodos del viejo oficio, sin uso de impresión digital, y cada uno de ellos dotados de unos rasgos personalísimos y perfectamente definidos, diseñados muchos de ellos en homenaje a personajes populares del cine o del espectáculo.
Por otra parte es de destacar una animación muy dinámica que se muestra tremendamente fluida, tanto en las escenas de acción como en aquellas más reposadas, y que responde en buena parte - junto a la manifiesta pericia de los animadores - a la elección de animar a 24 fotogramas por segundo en lugar de la opción por 12 que se manifiesta en ciertas películas en stop motion. De este modo, Mort consigue dotar a las escenas de una sensación más realista y natural, muy cercana al cine de imagen real, y desde luego más adecuada para el cine de acción que aspira a emular. Como contribuyen también a este resultado la multiplicidad de planos de corta duración que se suceden a un ritmo vertiginoso, algo poco frecuente en una película stop motion, donde por lo general cuesta tanto preparar un plano.

Lo mejor: una numerosa galería de personajes diseñada con esmero y riqueza de detalles para homenajear las películas de acción y de terror de los ochenta.
En contra: su caricatura del héroe macho y faltón la pueden hacer ofensiva para algún colectivo que no termine de verle la gracia a los chistes.

1 comentario:

  1. Buena critica. En mi opinión Chuck Steel es un clásico de culto inmediato para la animación stop motion.
    Yeah!

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