Llamada a convertirse en uno de los grandes estrenos animados del año, la nueva producción de Walt Disney Animation cumple sobradamente con las expectativas generadas. No es que "Zootrópolis" (a.k.a. Zootopia) destaque por planteamientos rompedores o extremadamente innovadores, pero sí lo hace por ser una película con un gran trabajo visual que ofrece cerca dos horas de entretenimiento, llenas de ingenio, buen humor, una buena historia policíaca y personajes entrañables, en que en ningún momento decae el ritmo.
Zootrópolis se desarrolla en un mundo poblado exclusivamente por animales mamíferos donde el ser humano no existe - aunque sus habitantes trabajan y visten (algunos de ellos) como humanos - y se ha superado la antigua tensión entre depredadores y presas, de modo que todas las especies conviven en cierta armonía. La película cuenta la historia de Judy Hopps, una joven y optimista conejita nacida en un pueblo rural que, frente al conformismo de sus padres y 275 hermanos, sueña con convertirse en una agente de policía en la gran ciudad de Zootrópolis, que se rige bajo el lema de que cualquiera puede ser lo que quiera... aparentemente. Lo cierto es que Judy va a ser la primera conejo que aspire a ocupar un puesto en una agencia donde todos son grandes y rudos mamíferos tales como elefantes, rinocerontes, tigres y similares, que no le van a poner la integración fácil a una minúscula conejita que obviamente está fuera de lugar. De hecho, el primer trabajo que se le asigna a Judy a su llegada a la comisaría, tras una ardua y dura carrera superada con determinación para llegar a ser policía, es el de control de parquímetros; a pesar de la frustración que ello supone para la protagonista, asumirá la tarea con la misma entrega que la caracteriza, y será así como conocerá al pillo Nick Wilde, un zorro astuto y chanchullero que finalmente se convertirá en su improbable ayudante cuando finalmente Judy consigue implicarse en la investigación del gran misterio que tiene ocupada a la comisaría: una sucesión de desapariciones de ciudadanos de Zootrópolis que acabarán por poner en peligro la convivencia en la gran ciudad. A lo largo de sus pesquisas, Judy y Nick descubrirán que un conejo y un zorro no son tan incompatibles y que algunas cosas no son como parece.
Co-dirigida por Byron Howard y Rich Moore, con la participación de Jared Bush, a partir de un guión de este último y Phil Johnston sobre una historia original de Byron Howard, Jared Bush, Rich Moore, Josie Trinidad, Jim Reardon, Phil Johnston, Jennifer Lee, la película ofrece múltiples aspectos a destacar.
Lo primero que salta a la vista es el impresionante desarrollo visual, atento a todos los detalles, tanto en la creación de los escenarios de una ciudad creada para animales de todos los tamaños que está conformada por barrios adecuados a todos los hábitats, desde las áridas arenas de Sahara Square hasta la gélida TundraTown, pasando por las boscosas junglas o el pequeño Liliput de Little Rodentia; como en los personajes mismos, en cuyo pelaje es evidente la rapidez con la que ha avanzado la tecnología que hace posible tanta verosimilitud. Sin duda el equipo de Disney ha puesto un gran esfuerzo en dar credibilidad a un mundo creado para los animales, donde cada detalle en las calles, en los medios de transporte y en los edificios se ha concebido para responder magistralmente a las especifidades de las criaturas que pueblan el universo creado para ellos.
Por otra parte, el nivelazo de la animación es incuestionable. Bajo la dirección de Renato dos Anjos y Kira Lehtomaki, cada animal se mueve como se espera de la especie a la que pertenece, y en este sentido es significativo cómo Judy se desenvuelve como conejo por la gran ciudad, pero lo que merece una mención especial es la secuencia que transcurre en una administración de tráfico llevada por perezosos (genial parodia de los cuerpos de funcionarios), donde los ritmos de los trabajadores no se corresponden precisamente con los de los clientes. Una secuencia por cierto que prácticamente todos habíamos visto ya antes del estreno a causa de los incontables spoiler-trailers que lo han precedido.
Asimismo también hay que hacer mención a las expresiones faciales de los personajes, que permiten otorgar a la actuación de los animales protagonistas y al 3D multitud de matices y una potencialidad cercana a lo humano.
En cuanto a la historia, el antropomorfismo no es nuevo en Disney: muchos podemos recordar la película "Robin Hood", también protagonizada por un zorro. Sin embargo, bien es cierto que en el caso de Zootrópolis la tendencia de dar a cada animal un papel conforme a su tamaño o fuerza es una simplicidad de la que se huye, en favor de la moraleja de la película: que hay que evitar los prejuicios en favor de una sociedad más diversa donde cada uno pueda aspirar a ser lo que se proponga y a vivir como desee. Así, una pequeña musaraña puede ser el más importante capo de la mafia, como es el caso del genial Bruto Mascarpone, o un conejo puede ser el mejor oficial de policía junto a los grandes mamíferos, o un zorro no tiene porqué ser un animal en quien no se pueda confiar.. y al fin sólo ahondando en la complejidad de cada uno se puede saber realmente de qué pie calza. La decisión de contar esta historia en una película protagonizada por animales es acertadísima: precisamente todas las diferencias del mundo animal en tamaños, necesidades, costumbres alimenticias.. y las tensiones latentes entre especies naturalmente predispuestas a atacarse unas a otras compartiendo espacio en una misma ciudad conforman un caldo de cultivo para la formación de prejuicios perfectamente ilustrativo. Todo ello se presenta con la envoltura de una historia de policías que constituye una buena incursión de la animación en el género y mantiene el interés durante todo el metraje, con un ritmo arrollador y con toques de humor impagables, con muchos guiños cinematográficos y hasta donde la autoparodia de Disney tiene cabida.
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