miércoles, 26 de octubre de 2016

Louise en Hiver

El célebre realizador francés Jean-François Laguionie alcanza con "Louise en Hiver" su quinto largometraje, que tuvo el honor de presentar en el Festival de Annecy y que se llevó el Premio a Mejor Largometraje de Animación en el pasado Festival Internacional de Animación de Ottawa. Descrita por el realizador como la película más íntima que ha realizado hasta la fecha, nos presenta un relato sobre la soledad y el paso del tiempo que encuentra en su belleza visual y en la fuerza de su sensible y delicada poesía sus mayores logros.


En el último día de verano, Louise, una mujer mayor, se da cuenta de que el último tren que debía llevársela del (ficticio) pueblo costero de Biligen-sur-Mer ha partido sin ella. Se encuentra en un complejo hotelero de una pequeña ciudad costera, abandonada por todos. El tiempo empeora rápidamente. Frágil y coqueta, ni mucho menos preparada como una aspirante a Robinson Crusoe, no es probable que Louise supere el invierno. Sin embargo, Louise toma su desamparo como un desafío. Ella va a sobrevivir, enfrentándose tanto a los elementos como a sus recuerdos, que han encontrado la ocasión perfecta para unirse a la aventura…
La película se plantea así como un personal enfoque del género de la isla desierta, si bien en realidad no va a ser el hecho de encontrarse la protagonista abandonada en una playa lo más determinante de la historia. De hecho, apenas se plantea un reto real para Louise, que encuentra en la playa y en algunas tiendas lo suficiente para alimentarse y que ve pasar un invierno muy suave, tanto que hasta incluso se atreve a vivir en una improvisada cabaña en la playa; no, el verdadero reto que quiere plantear la película es el de la soledad que llega con la edad, y en este sentido podría haberse ambientado incluso en el centro de una gran ciudad, puesto que es un tema universal que afecta a los mayores en multitud de situaciones. En cualquier caso el mar es para Jean-François un tema recurrente y no cabe duda de que la insignificancia que uno siente frente al medio conforma un marco idóneo para hablar de la soledad y el tránsito hacia la muerte.



La película encuentra una duración suficientemente medida para una trama que reside exclusivamente en las evocadoras meditaciones de su protagonista, a las que presta su voz de forma magistral Dominique Frot en la versión original. Casi inadvertidamente, Louise se deja perder en recuerdos y en sueños - evocadores de las obra de Magritte y Delvaux - que la mecen sobre las olas del mar y la conducen a escenas de su infancia y de la postguerra, primeros amores que no fructificaron y hechos y decisiones que constituyen otros tantos trenes que se han perdido y, en última instancia, le han acompañado hasta su presente soledad... algo que la compañía de un perro que en ocasiones habla, la pintura y la ocasional presencia de turistas, junto a la sabiduría que comporta la edad, acabarán haciendo más llevadero.
Los estados emocionales de la protagonista se contagian con gran maestría en los cambios de los tonos apastelados del mar y los fondos, exquisitamente desprovistos de excesivos detalles y dibujados al carboncillo y gouache sobre planchas de papel cuyo gramaje muestra orgulloso en la pantalla las marcas de su relieve, destacando la mano del artista.
Es sin embargo la animación lo que dejó en quien escribe una extraña sensación de contrariedad. Realizada mediante animación tradicional en formato digital, aquélla se desarrolla en general de forma correcta salvo en ciertos aspectos que, al afectar a la protagonista, no pudieron pasar inadvertidos. Se echa en falta en la animación de Louise el detalle de darle las características que hubieran revelado correctamente su edad: sorprendentemente, la protagonista no muestra en ningún momento el cansancio típico de la edad, puede subir cuestas o atravesar olas sin que en ningún momento le falle el paso, y puede levantar colchones sin vacilar y sin la ayuda de nadie. Sin duda, el haber cuidado estos detalles habría contribuido a elevar la belleza del conjunto.

Lo mejor: aún sin alcanzar las cotas de "Le Tableau" (2013), la nueva película de Laguionie desarrolla a partir de una trama sencilla una película poética y de evocadora belleza.
En contra: la animación carece de significativos detalles que la hubieran hecho más creíble.

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