Mauro Carraro fue uno de los invitados especiales de la reciente edición del Festival NonStop Barcelona. El autor italiano establecido en Ginebra es conocido por sus cortometrajes personales y poéticos en los que combina una paleta de colores exuberantes con una atractiva representación 3D no fotorrealista combinada con estilos de ilustración tradicionales. Tras "Matatoro", su primer cortometraje de animación profesional “Hasta Santiago” fue galardonado como la Mejor Película Debut en el Festival de Annecy en 2014 y recibió más de dos docenas de premios en todo el mundo. Su corto “Aubade” ganó antes de su lanzamiento en 2014 el reconocimiento como mejor proyecto en el Festival de Annecy, y ha coleccionando premios y más de 150 selecciones en varios festivales alrededor del mundo. Igualmente, su última película "59 Secondi", de agosto de 2017, que se ha podido ver en el MECAL, ya ha obtenido varios premios y reconocimientos.
En esta película se combina una mirada íntima, y no exenta de ese humor tan italiano, sobre el inicio del romance entre los padres del artista - Bruno y Tiziana - con el relato del terremoto que asoló a la región en mayo de 1976 y que vivió su padre en propia piel, lo que da lugar a imágenes realmente evocadoras en las que la simbología puesta en escena por el autor (una iglesia que se balancea sobre un columpio, los cuarteles de los militares agitados como los cajones de un mueble...) logra transmitir una imagen realmente impactante de los efectos del cataclismo.
El artista pudo dedicarnos durante unos minutos su atención para hablarnos en exclusiva sobre su trayectoria y el modo de plantear sus trabajos.
¿Nos podrías describir cuál fue tu trayectoria hasta convertirte en animador?
En el instituto hacía cortometrajes de ficción y para prepararlos dibujaba muchos storyboards. Posteriormente, cuando accedí a los estudios de diseño visual en la universidad coincidí con el período en que en internet empezaron a proliferar los banners animados en Flash y las animaciones simples en motion graphics, y ello me motivó a hacer animaciones en Flash para diversos websites y rápidamente pasé a After Effects para hacer pequeños videos y clips animados para mostrar en la universidad. Finalmente, de forma un poco casual, entré en un curso de 3D en el que enseñaba como profesor Filippo Casale, y me dijo que yo era bastante bueno en 3D y me animó a continuar mis estudios de 3D en la universidad de Turín. Fue realmente casualidad porque quien me llevó a la tesis - Nicolò Ceccarelli - fue alguien que sin ser animador escribió mucho sobre animación e historia de la animación, y en la clase dijo "si alguien quiere hacer un corto de dibujos animados, sin importar con qué técnica, yo le ayudaré", y yo me presenté para hacerlo utilizando 3D y After Effects. Y así fue como empecé.
Tras tus estudios en Turín decides continuar en Supinfocom, en Arles ¿es así?
Si, así es. Hay una escuela nacional de animación en Turín que se llama CSC Animazione, del Centro Sperimentale di Cinematografia, pero pensé que para avanzar realmente me convenía probar en alguna escuela fuera y la primera vez que fui a un festival de animación - el Future Film Festival en Turín - me encontré con trabajos de animación en 3D de la escuela Supinfocom y pensé que eran muy avanzados para la época; en aquel momento se estrenaron "Shrek" y otros largometrajes comerciales del estilo, y me gustó la firma de autor de los trabajos que presentaba Supinfocom. Ello me convenció para dedicarme definitivamente a la animación 3D y dedicar los próximos tres años a estudiar la técnica del 3D no fotorrealista, que se convertiría un poco en mi firma de autor. Trataría de hacer cortos en 3D con un look un poco como de acuarela, como si fueran en 2D.
Teniendo en cuenta tu background como dibujante y posteriormente tu inclinación a dar un aire 2D a tus cortos en 3D ¿por qué elegiste precisamente la animación 3D?
Para mí se planteó realmente como un desafío: no estaba convencido de poder realizar lo mismo exactamente en 2D. La hibridación, la mezcla de técnicas que supone hacerlo en 3D crea un resultado forzosamente diferente que me permite jugar con los volúmenes, los movimientos de cámara... y para mí era más fácil porque mi flujo de trabajo me lleva a pensar así: para dar las escenas a los animadores les facilito mis esculturas a modo de marionetas. Además nunca he estudiado realmente la animación 2D como haría falta, de forma que me parece el camino lógico. Nunca me he planteado realmente la cuestión de animar en 2D.
Más bien quise apostar por probar mi técnica por la vía del 3D a pesar de que mucha gente me lo había desaconsejado diciendo que ya se había probado todo y no quedaba bien, pero yo estaba seguro de que se trataba de una cuestión de tiempo y de energía. De hecho es un poco el problema del 3D también hoy: la comunidad 3D tiende al fotorrealismo, y vas a encontrar centenares de tutoriales en Youtube para hacer por ejemplo un automóvil realista, pero si quieres hacer a una persona con una técnica como la mía, va a costar mucho. Es un savoir faire que todavía no está democratizado y a mí me ha obligado a investigar mucho. Al principio quise reservarme para mí mis descubrimientos, pero a partir de mi segunda película pensé que valía la pena compartirlos y monté talleres para explicar un poco cómo funcionaba mi técnica. Además, sólo uno de cada cinco va a estar realmente interesado en conocerla. Aunque por supuesto ha habido gente que ha tenido inquietudes semejantes, como Bastien Dubois, que ha hecho "Madagascar, carnet de voyage" tres años antes de que yo hiciera mi primer trabajo con mi técnica, pero en cualquier caso no hay tutoriales ni una comunidad fuerte, por lo que cualquiera que quiera ir por ahí al final tiene que pasar por todas las problemáticas por las que ya hemos pasado, lo cual es enervante. Nosotros hemos investigado de forma empírica, probando una y otra vez lo que funcionaba y lo que no, como un alquimista trabajando con el 3D, y si alguien quiere hacer algo parecido aún deberá redescubrir de nuevo el camino porque no existe un método escrito.
Un camino que tú has repetido para cada uno de tus cortos puesto que para cada uno de ellos has buscado nuevas soluciones.
Sí, es cierto que mis trabajos se pueden parecer un poco entre sí, en el sentido de que tienden a una apariencia 2D, pero efectivamente: en "Matatoro", donde fue la primera vez que lo intenté me aboqué a una experimentación pura, poniendo todo lo que tenía ganas de probar y procurando ser muy fiel a los croquis y a los dibujos que había hecho para que el resultado se pareciera verdaderamente a aquéllos; en "Hasta Santiago" quería que no pareciera en absoluto 3D, que el resultado último fuera sorprendente y la gente dijera "en ningún momento he pensado que fuera 3D"; mientras que en "Aubade" me dije que no era importante que se viera el 3D sino que lo relevante sería que resultara muy inmersivo, y por ello jugué con la focal y una definición un poco acuarelada; y en fin, en "59 segundos" se ha tratado un poco de establecer una similitud con el grabado, y el resultado ha sido muy diferente de los demás trabajos, puesto que si en "Hasta Santiago" y "Aubade" el ritmo y la textura acuarelada marcan un tono bastante lento, en "59 segundos" la textura puntillada del grabado y el movimiento le dan un carácter más rabioso y más cercano al graffiti.
Otra característica de tus cortos es su carácter poético y el hecho de que reflejan vivencias personales. ¿Qué quieres contar a través de tus animaciones?
Es algo que no puedo hacer de otra manera, puesto que para convencerme de hacer cada una de mis películas tengo que creer mucho en ellas, de modo que no puedo inventar de cero lo que cuento. Me sentiría perdido contando algo que no tuviera realmente un fin: no podría decir "bueno, los personajes serán gatos, aunque podrían ser conejos".. necesito un porqué. Por ello cuando hablo de una historia personal soy consciente de que mi objetivo último es contar esa historia, que sé cómo es porque estuve allí o me la han transmitido como un legado, como es el caso de "59 segundos", en cuyo caso ha sido mi padre quien me ha contado la historia, y después yo le doy una visión poética, aportándole una revisitación mediante determinadas palabras o un tratamiento visual. Pero para mí es importante en todo caso dar un testimonio: así, en "Matatoro", que se basa en las corridas de toros en Arles, yo me encontraba realmente rodeado de ese ambiente e incluso entrevisté a un matador, lo que me permitió escapar de hacer un cliché sobre la tauromaquia y ser verdaderamente franco sobre la cuestión; en "Aubade" igualmente se basa sobre un concierto real que se hacía cada mañana en verano en Ginebra, al salir el sol, y tomé un concierto en particular que me dejó realmente sorprendido, poniendo en escena al músico que lo interpretó; "Hasta Santiago" retrata mi peregrinaje desde Arles hasta Santiago de Compostela en 2009, que quise contar mediante animación... Y mi próximo proyecto será igual: se titulará "Baroudeur", que se refiere a alguien que vive sin lugar fijo y un poco como puede - incluso es una palabra con cierto toque negativo - y gira en torno a un colega mío que vive en un camión desde hace diez años, lo que me permitirá hablar un poco de su nueva vida y lo que comporta vivir así, y de mis aventuras amorosas durante ese período, que estarán contadas a través de animales de compañía.
¿Qué influencias se muestran en tus trabajos?
Pienso que estoy influenciado principalmente por la ilustración y los cómics. Evidentemente hay realizadores de animación que me encantan, principalmente por el modo como viven la animación, pero a nivel visual me atraen gente como Lorenzo Mattotti, por sus colores subidos y bellas texturas, o Gipi (Gian Alfonso Pacinotti), un historietista italiano que vive en Francia, y en fin, gente que hacen cómics e ilustración.
¿Cómo ves el estado de la animación en Italia?
Bueno, yo vivo actualmente en Ginebra, pero sí es cierto que mi último trabajo me ha permitido retomar en cierta forma el contacto, porque habla de un terremoto que afectó a mi región de origen y es el primer corto que he hecho en lengua italiana y con lip-sync en italiano. No voy a contar la historia de la animación italiana, pero el gran problema es que antes la RAI encargaba muchas películas de animación, lo que generaba un gran semillero de gente que se dedicaba a la animación, pero esto se ha acabado y ahora hay diferentes autores de animación por aquí y por allá, en las diferentes regiones, y la crisis ha provocado que muchas de ellas hayan dejado de dar ayudas. Se ha pasado de 2 ó 3 convocatorias al año a períodos de 2 ó 3 años en que no ha habido ninguna, con lo cual se ha hecho muy difícil dedicarse a la animación. Pero la gente se esfuerza y muchos de ellos lo hacen en su tiempo libre o los fines de semana; hay también películas de encargo, pero los trabajos de autor les requieren entre dos o tres años. En Suiza en cambio no faltan subvenciones, pero ello tiene el peligro de abocar también a cierta laxitud en los realizadores, que se encuentran acomodados y pueden dedicar más tiempo a pensar lo que van a hacer o lo que no, mientras que en Italia ahora mismo se es más lanzado: piensan en algo y lo hacen. Y de hecho con los presupuestos que yo manejo para hacer una película, en Italia podrían hacer diez.
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