lunes, 19 de octubre de 2015

The Thief and The Cobbler

Otra de las irrepetibles e irrenunciables oportunidades que brindó el Festival Internacional de Cinema Fantàstic celebrado en Sitges (nos referíamos ayer a "Belladonna of Sadness") fue la proyección del montaje final de "The Thief and The Cobbler" según la visión de su creador, el gran animador Richard Williams (autor de esa biblia que ha iluminado a centenares de animadores titulada "The Animator's Survival Kit"), que nos obsequió con el honor y el placer de tenerlo entre nosotros presentando la película y abriendo un coloquio sobre ella.


Muchos conocen ya la accidentada historia de la producción de "The Thief and The Cobbler", una película realizada mediante animación tradicional dibujada a mano fotograma a fotograma en la que Richard Williams iba a volcar todo su talento y experiencia adaptando un cuento de Las Mil y Una Noches. El artista comenzó la realización de este personal proyecto en 1964, pero debido a las dificultades financieras y a la complejidad de la animación, vio como su desarrollo se eternizaba y la producción se interrumpía una y otra vez, hasta que en 1988 Warner Bros - vistos los asombrosos resultados de su dirección de animación en ¿Quién Engañó a Roger Rabbit? - decidió financiar y producir el largometraje; sin embargo, el sueño se truncaría cuatro años después, cuando tras numerosos desacuerdos y habiéndose Disney adelantado con su "Aladino", que tomaba "prestadas" muchas de las ideas de Williams, Warner se retiró del proyecto y la compañía de seguros The Completion Bond Company se hizo con el control de la película, apartando a Richard Williams y poniéndola bajo responsabilidad de Fred Calvert, que la re-editó y la re-estructuró sin tener en cuenta la visión de su creador. De este modo, en 1994 se estrenaría, incompleta y muy lejos de la concepción de Richard Williams, la película "The Princess and The Cobbler" (El Zapatero y la Princesa), y un año después daría lugar a otra versión aún más manipulada titulada "Arabian Nights" (El Ladrón de Bagdad). Afortunadamente, la esposa y productora de Richard Williams, Imogen Sutton, se aseguró de sacar copia de todo el trabajo realizado hasta que lo apartaran del proyecto, y ello permitió a Richard Williams terminar en 2013 un montaje de la película que él quería, basado en las secuencias de animación terminadas hasta 1992, pero también en fotogramas sin colorear o incluso fragmentos de storyboards y layouts estáticos.
La historia de la película transcurre en una ciudad oriental llamada la Ciudad Dorada sobre la que pende la profecía de que el día que desaparezcan los tres orbes dorados que coronan su minarete y protegen la ciudad tan sólo el alma más sencilla, con el objeto más sencillo, podrá salvarla de la amenaza que se cernirá sobre ella. Cuando un ladrón que se lleva todo lo que tenga por delante consigue hacerse con los orbes para perderlos a continuación, el gran Visir ZigZag ve la oportunidad de apoderarse de ellos para hacerse con la corona del reino, mientras el Rey Nod decide enviar a su hija YumYum y al sencillo zapatero Tack a la busca de una solución para evitar la invasión de la ciudad por parte de los guerreros de Un Solo Ojo, misión a la que partirán seguidos de cerca por el torpe ladrón.
Recuperado finalmente por Richard Williams, su largometraje puede verse al fin - aunque como una obra en proceso - como lo que es: una indiscutible obra de arte donde las posibilidades de la animación tradicional son llevadas a la máxima expresión con una calidad técnica indiscutible y una imaginación desbordante. No tan solo los personajes están animados de forma magistral (¿qué esperar sino de un maestro de la animación?) y son capaces de conducir una historia con muy poca conversación o incluso sin emitir palabra - como en el caso del zapatero y el ladrón -, sino que lo hacen sobre unos fondos sorprendentes (algunos de ellos inspirados admirablemente en la obra gráfica de M.C.Escher, otros reproduciendo de forma magnífica arabescos e iconografía oriental..) con los que los personajes interactúan de forma muy imaginativa y que a veces se convierten incluso en protagonistas de la animación. A remarcar la apoteósis final que se desarrolla dentro de la maquinaria ideada como el arma definitiva de los One-Eye, donde las filigranas y la precisión de todo el timing cobran todo su valor cuando uno recuerda que todo ha sido realizado mediante dibujo a mano, sin ninguna intervención de computadoras.
Toda una lección del animador Richard Williams frente a los técnicos del 3D, muchos de los cuales se quedaron boquiabiertos al contemplar la proyección de su montaje final, como él mismo nos relató. Y es que, como él recuerda que se decía en el Disney clásico (que en paz descanse) la magia de la animación no está en el realismo, sino en la credibilidad. Frente al alud de producciones 3D que, 50 años después de iniciarse el proyecto de "The Thief and The Cobbler", copa el panorama de la animación, la tranquilidad de Richard Williams descansa en que quizás con su obra sea capaz de inspirar a otros animadores a crear arte mediante animación tradicional... y si no seguirá tranquilo, porque al fin y al cabo, él anima así "porque necesito dibujar, eso es todo".





Por otra parte, Richard Williams nos ofreció también el visionado de su reciente cortometraje "Prologue" que él presenta como un prólogo a toda su obra. El cortometraje es nuevamente una maravilla de la animación tradicional dibujada exclusivamente a mano, esta vez con dibujos mucho más realistas. Es prácticamente un ejercicio de dibujo al natural animado, donde el realizador/animador nos presenta con mucha inteligencia que mientras que el hombre puede hacer cosas magníficas como crear vida - la vida que representan una abeja o una mariposa es reproducida magistralmente por el animador -, también es capaz de destruir toda vida con su violencia irracional, que es presentada en el cortometraje con toda su crudeza. Y todo ello lo hace con un despliegue de animación full, donde puede chulear con cambiar la perspectiva y variar los puntos de vista a su antojo manteniendo la perfección de sus ilustraciones y del movimiento en todo momento. Brutal en todos los sentidos.

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