jueves, 29 de octubre de 2015

Dragon Ball Z: La Resurrección de F

Realizada por Tadayoshi Yamamuro, que se estrena como director de largometraje, aunque ya había dirigido multitud de episodios de la serie DragonBall Z y DragonBall GT (franquicia tras la que acumula una larga experiencia como animador y como diseñador de personajes), y producida por Norihiro Hayashida, "Dragon Ball Z: La Resurrección de F" (Dragon Ball Z: Fukkatsu no F) constituye el 19º largometraje que se ha hecho sobre la serie y el manga creados por Akira Toriyama, que se encuentra tras el guión y la creación de personajes en esta ocasión.


Continuación directa de la película "Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses", la sinopsis del largometraje que nos ocupa es la siguiente: Sorbet y Tagoma, dos supervivientes del ejército del Emperador Freezer llegan a la Tierra con la intención de usar las bolas de dragón para resucitar al tirano espacial y restaurar su imperio. Meses más tarde, es el mismísimo Freezer el que viaja a la Tierra al frente de un numeroso ejército con un único objetivo en mente: vengarse de Son Goku. A la espera de que Goku y Vegeta regresen del entrenamiento que están llevando a cabo junto a Bills y Whis, Gohan, Piccolo, Krillin y compañía deben hacer frente a las fuerzas invasoras. Pero cuando Freezer decide mostrar el abrumador poder de la nueva transformación que ha alcanzado después de entrenarse por primera vez en su vida, sólo Goku y Vegeta podrán pararle los pies y salvar a la Tierra de la destrucción absoluta.





Si en lugar de una película se hubiese tratado de unos episodios de la serie de televisión, éstos habrían tenido un resultado más o menos airoso y la resurrección de Freezer hubiera pasado como una aceptable anécdota. Sin embargo, su formato como largometraje de estreno en cines es el que pone a la luz todos sus defectos, tanto de historia como de grafismo y animación.
La historia languidece por culpa de una ausencia total de épica, intriga, humor o emotividad. Mal pinta cuando ya desde el inicio la recuperación de las bolas de dragón se lleva a cabo sin ninguna clase de dificultad; esa es la tónica que se sigue en todo la película, donde las batallas entre los personajes se desarrollan como un mero trámite sin interés y, sin querer desvelar la trama, podemos decir que las intervenciones de Goku y Vegeta carecen de clímax alguno. Como seguidor de la serie, uno ya va consciente de que el alma mater de la película deben ser las batallas para salvar el mundo, pero no es de recibo que tales batallas sean una sucesión de cáscaras vacías que no generen ningún tipo de emoción en el espectador. En cuanto al humor que caracterizaba a la franquicia, hay que dedicarle un minuto de silencio: ya ni tan solo la presencia del Maestro Roshi sirve para arrancar alguna sonrisa.
En cuanto a la animación, lo que puede servir para televisión no sirve para el cine: fondos pobres, integración con cgi tosca, y sobre todo, la casi inexistente animación de los personajes y el uso de imágenes duplicadas no pasan inadvertidas en pantalla grande. Algo que solivianta cuando uno piensa en verdaderas joyas animadas que no logran distribución en el cine y frente a las cuales pasan películas como esta. Y es que al fin y al cabo, en los cines lo importante son los números: desde su estreno en Japón, el pasado 18 de abril, ya es la película de la franquicia DragonBall de más éxito de la historia y el mejor estreno del año en Japón.
En España se proyectará en salas tan solo entre los días 6 y 8 de noviembre, previo paso por el Salón del Manga de Barcelona. Más que suficiente.

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