jueves, 12 de octubre de 2017

Operación Cacahuete 2

Surly y compañía vuelven a la carga en una secuela de la exitosa película con la que se nos presentaron en 2014. En esta nueva ocasión protagonizando escenas más grandes y más divertidas incluso que en la película original, pero al servicio de una película principalmente orientada al público más joven y con pocos guiños al público adulto.


La película arranca con una situación conectada al final de su precedente, en que encontramos a Surly y sus amigos viviendo por todo lo alto, ocultos en el sótano de una tienda de frutos secos donde hay comida por todas partes y la vida es bella. Esto es algo que molesta especialmente a su compañera Andie, que ve con preocupación que las ardillas hayan perdido su instinto de recolectar alimentos en el bosque. Y como si el destino le hiciera caso, un increíble accidente provoca que la tienda explote y los animalillos se vean obligados a volver a buscarse el alimento en el Parque de la Libertad.
Desafortunadamente, el malvado alcalde de Oakton tiene otros planes para enriquecerse a costa del parque, que incluyen arrasarlo y construir en su lugar un ruidoso y peligroso parque de atracciones. Cuando llegan las excavadoras, Surly y sus amigos oponen resistencia, aterrorizando a los trabajadores y enviándoles de vuelta a la ciudad.
Justo cuando parece que las cosas no pueden ir a peor, Heather, la maniática hija del alcalde, secuestra a Preciosa, la mejor amiga de Surly, y la encierra en su casa con Frankie, un bulldog francés, lo que obligará a Surly y su colega Buddy a aventurarse en la ciudad para rescatarla. A su vuelta se encuentran con un parque de atracciones ya en funcionamiento, y a partir de ese momento Surly y el resto de animales tienen que dejar de lado sus diferencias y luchar juntos para derrotar al alcalde y recuperar el Parque de la Libertad para siempre.


Esta vez la película está dirigida por Cal Brunker, co-guionista de la misma junto a Bob Barlen y Scott Bindley, que compensan la falta de frescura e ingenio de la nueva propuesta con la máxima 'mejor si más grande y más divertido'. Y, en efecto, "Operación Cacahuete 2" supera a la original en ambos aspectos: la secuela no se corta a la hora de sumergirse en el exceso tanto en las opíparas escenas iniciales como a lo largo del metraje a lomos de sus vibrantes y coregrafiadas escenas de acción, y al mismo tiempo está plagada de situaciones absurdas y diálogos trufados de chistes, si bien más tendentes a la ocurrencia simplona y la risa fácil. No le falta tampoco a la nueva aventura de Surly y sus amigos la pretensión de aportar un mensaje ligeramente distinto al de la película original: si bien es una  vuelta al discurso pro-medioambiental frente al capitalismo descarnado, se introduce el mensaje de que hay que desconfiar de la vida facilona y estar dispuesto a luchar por ganarse el pan, y frente a la figura del héroe que era más aparente en la primera película, se alza esta vez el hecho indiscutible de que la unión hace la fuerza. Fuera de ello, a la película le falta originalidad, al desarrollar situaciones que ya han sido tratadas en multitud de títulos preexistentes, y sobre todo espacio en la historia para emocionar realmente al espectador y buenos personajes - como a menudo ocurre en una película coral como la que nos ocupa -, al ser imposible desarrollar mínimamente sus personalidades. Si es cierto, en todo caso, que las aportaciones de Preciosa y del Sr. Feng contribuyen a crear algunas de las mejores secuencias de la película.
Donde la cinta gana es en el aspecto gráfico, que estira todas las posibilidades del 3D y los efectos visuales al servicio de sus frecuentes y logradas escenas de acción y de los fondos ricos en detalles en los que aquéllas se desarrollan, poniendo de relieve que los logros tecnológicos ya no son exclusivos de los grandes estudios. Junto a ello veremos una animación más que correcta que se hace gustar en las escenas de slapstick, pero que en el fondo transmite pocas emociones y se funde en el montón uniformizador de películas semejantes.


Lo mejor: el exceso visual puesto al servicio de las vibrantes escenas de acción de la película
En contra: a películas con tantos medios hay que exigirles que aspiren a mejorar sus guiones con más ingenio y más desarrollo.

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