Como en otras películas sobre personajes asociados a celebraciones festivas, la historia de la película se articula en torno a un protagonista que no cree en la tradición y desconoce el trabajo de quienes están comprometidos con ella, hasta que las circunstancias le llevan a implicarse en la celebración más allá de lo que en principio se esperaba; la originalidad no será el punto fuerte de la cinta en este sentido, pero al menos teje una trama con suficientes dosis de humor, aventura y espíritu contemporáneo como para hacer pasar un buen rato a los espectadores.
En la película, Max es un joven conejo de ciudad hecho a sí mismo que vive pensando en su propio beneficio y con un absoluto descreimiento hacia todo lo que suene a fábulas de niños, incluida la tradición de los conejos de Pascua. Hasta que un día, a causa de un accidentado vuelo sobre un avión teledirigido, queda atrapado en una antigua escuela de conejos de Pascua, rodeada por una astuta familia de zorros que planea robarles el huevo dorado que esconde y que les da las habilidades necesarias para llevar a cabo la tradición. Con la ayuda de la adorable conejita Emmy y las lecciones de la misteriosa Madame Hermione, Max aprenderá el arte secreto de la magia de los conejos de Pascua y quizás encuentre su lugar.
La historia sabe sacar buen provecho de la contraposición entre medio rural y vida en la ciudad, tradición y modernidad y el cumplimiento estricto de las normas frente al sentido práctico para originar conflicto o situaciones cómicas y situar la justa medida de las cosas. Por otro lado, lanza un mensaje en favor del trabajo en equipo y la persecución del bien común sin hacer renuncia de las ideas propias y la valentía, de un modo que resulta moderno y progresista. Destaca, asimismo, el carácter amable de una narración en la que no se censura a nadie y donde incluso los zorros no son tan malvados, sino que aspirarían, a su manera un tanto incapaz, de convertirse en zorros de Pascua para ganarse también el favor y la simpatía de los niños humanos.
Visualmente se nos presenta una película en 3D con un tratamiento de las texturas que la acerca ligeramente al 2D o a las ilustraciones de un cuento infantil, si bien el resultado es un tanto irregular por cuanto se aplica de desigual manera a los fondos y otros elementos de la historia. En cualquier caso la animación de los personajes se desenvuelve de forma bastante satisfactoria bajo la dirección de Peter Bohl (¡Upsss! ¿Dónde está Noé?), resultando gratamente rica en algunos detalles y sutilezas, como es el caso del partido que se saca a las orejas de los lepóridos a modo de otro par de extremidades que permitirán a los personajes tanto expandir sus posibilidades expresivas - y sociales, como resulta de esa especie de "choca esos cinco" que hacen con sus orejas - como sumar nuevas habilidades a su función como conejos de Pascua.
En suma, los jóvenes espectadores encontrarán en "Rabbit School. Los guardianes del Huevo de Oro" un sólido entretenimiento basado en personajes entrañables y una historia que, aún sin ser demasiado original, está narrada con ingenio, un lenguaje moderno y una mirada positiva.
Lo mejor: la moderna reformulación de un cuento tradicional, que consigue acercar al público infantil de hoy a una historia que no resulta nueva.
En contra: Cierta laxitud en el mensaje que obligará a los padres a explicar a su prole que no es recomendable apropiarse de lo ajeno.
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