sábado, 14 de abril de 2018

Leo da Vinci: Misión Mona Lisa

La vida de personajes históricos no suele ser un tema excesivamente recurrente en los largometrajes de animación infantiles que se estrenan en cines, más propensos a desarrollar historias fantásticas y cuentos populares. Por ello resulta a priori curiosa esta propuesta que, si bien pone en pantalla una historia inventada, se articula en torno a uno de los nombres del Renacimiento por antonomasia: el de Leonardo da Vinci, que fue a la vez pintor, escultor, músico, poeta, ingeniero, inventor y precursor de un sinfín de artilugios que se utilizan hoy en día, y también anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, filósofo y urbanista.


La película cuenta cómo el aún joven Leo Da Vinci está totalmente enamorado de una chica llamada Lisa, que un día pierde su casa a causa de un incendio, lo que podría acabar obligándola a casarse con la hija del marqués. Resuelto a ayudarla, a Leo se le ocurre una loca aventura que podría arreglar su situación: salir en busca de un barco que años atrás naufragó cerca de la isla de Montecristo para recuperar el fabuloso tesoro que se dice que esconde. Así que ambos, junto a sus amigos, empezarán un viaje que no será nada fácil, puesto que no son los únicos que quieren conseguir el tesoro… Los piratas tienen por objetivo las mismas riquezas que esconde la isla de Montecristo.
La aventura en sí tiene elementos que podrán gustar a los más pequeños, como un leve componente romántico, ligeros toques de humor y situaciones de riesgo que Leonardo resuelve con ingenio, pero no constituye el elemento más interesante de la película, puesto que acaba siendo una historia bastante plana, carente de elementos realmente sorpresivos, donde la estupidez y la incompetencia de los piratas acaban por restar emoción al relato. Sí que resulta más sugerente la primera parte de la película, precisamente hasta el momento en que los protagonistas topan con los piratas, en que la inventiva de Leonardo da lugar a algunos de los artilugios y obras que más tarde le harían famoso y conocido, y que en la película le ayudarán a resolver - a modo de temprano James Bond - buena parte de los retos a los que se enfrenta: entre ellos el vehículo autopropulsado, el paracaídas, los planeadores, el ornitóptero, la escafandra... o los primeros acercamientos a la Gioconda y al Hombre de Vitruvio. Asimismo, al personaje le acompañan amigos que se corresponden con contemporáneos del artista e inventor, como unos jovencísimos Lorenzo di Credi y Nicolás Copérnico, aparte de la chica que como mujer daría lugar a uno de los cuadros más celebrados de da Vinci.




Otro elemento destacado lo constituye el diseño visual, donde los paisajes y fondos recrean con encanto y profusión varios aspectos del entorno del genio, como Florencia, los campos de la Toscana, y las islas más allá de la bahía. Más limitada resulta en cambio la animación si se la compara con el cine de Hollywood pero también incluso con producciones europeas, y en este sentido se identifica más bien con el nivel que suele mostrar el común de producciones en 3D para televisión, donde la rigidez de algunas acciones o la falta de peso en los movimientos de los personajes acaban empobreciendo algunas de las escenas.

Lo mejor: la habilidad para integrar en una historia de aventuras algunos de los artilugios más famosos de Leonardo da Vinci
En contra: lo aburrido del encuentro con los piratas.

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