Disney, Pixar y Lucasfilm, las tres compañías propiedad de Walt Disney Company, deberán pagar 100 millones de dólares a los animadores perjudicados por el escándalo de los salarios que saltó a finales del 2014, en virtud de un acuerdo propuesto al juez del que también forma parte Two Pic MC (anteriormente ImageMovers Digital, también demandada). El acuerdo se suma al que ya se alcanzó con Dreamworks Animation (por 50 millones de $) a principios del mes de enero, y con Blue Sky (5,95 millones de $) y Sony (13 millones de $) durante el año pasado y cerraría de este modo, si es finalmente aprobado por el juez, el conflicto denunciado por los demandantes.
Recordemos que a raíz de diversas demandas interpuestas en 2014 por algunos
animadores - Robert Nitsch de DreamWorks Animation, David Wentworth de ImageMovers Digital y Georgia Cano, que trabajó para Rhythm
& Hues, Walt Disney Feature Animation e ImageMovers Digital - se dio a conocer que a mediados de los ochenta,
Ed Catmull (entonces presidente de Pixar y actualmente presidente de
Pixar y Disney Animation) y George Lucas trazaron un plan para limitar
los salarios de sus trabajadores y evitar que fueran contratados por
otros estudios; Catmull amenazaba a los estudios que no se atuvieran a
sus reglas, orquestando así una especie de cartel secreto - contrario a las normas de la Sherman Antitrust Act, una legislación
orientada a evitar prácticas anti-competitivas - en el que acabarían estando,
además de Pixar y Lucasfilm, Walt Disney Animation, Dreamworks e
ImageMovers, así como Orphanage (que ya no existe) y también Blue Sky y Sony. Durante el juicio se aportaron correos electrónicos y otras pruebas que sugieren que los estudios se
pusieron de acuerdo para no sustraerse trabajadores, compartieron
información sobre sus prácticas salariales, ofrecieron razones engañosas
y pretextos para justificar los bajos aumentos de sueldo e hicieron lo
posible para mantener en secreto tal conspiración.
La cantidad resultante de los acuerdos alcanzados con los estudios implicados se acerca así finalmente a los 170 millones de dólares, que serán repartidos entre los miles de animadores que trabajaron en esas compañías entre 2004 y 2010. Se cerraría así un feo episodio en la historia reciente de los grandes estudios de animación que ha dejado en muy mal lugar a sus directivos y que deja la justicia en favor de los demasiado frecuentemente maltratados animadores.
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