viernes, 13 de julio de 2018

Hotel Transilvania 3: Unas Vacaciones Monstruosas

Tras la secuela de la franquicia estrenada en 2015, pocas señales auguraban que Genndy Tartakovsky se pondría al frente de una tercera entrega de las aventuras de Drac y compañía, en un momento en que parecía que argumentalmente poco se podía aportar más ya a una propuesta que al principio fue original pero que rápidamente mostró los límites de sus propias posibilidades, y además mostraba a Tartakovsky contrariado con Sony Pictures Animation por la cancelación de su proyecto de largometraje en torno a Popeye y por no ver tampoco la cristalización de su proyecto más personal: "Can You Imagine?" El caso es que, según apunta el realizador, el hecho de que sus vástagos le regalaran un crucero familiar le permitió vivir una serie de experiencias en las que pudo vislumbrar claramente un marco de nuevas aventuras para los monstruos de Hotel Transilvania. Por otro lado, algún otro incentivo debió mediar: en esta ocasión, Genndy Tartakovsky ha podido participar en el guión de la película junto a Mike McCullers, lo que le ha permitido hacerse una historia más a su gusto - recordemos que el director se quejó de que "Hotel Transilvania 2" no podía considerarse su visión de cómo debía haber sido la película, cuyo control se le había escapado en manos de Adam Sandler y Robert Smigel - e introducir secuencias con más juego para sacar partido de la animación en base al slapstick y al estilo cartoon que tanto caracterizan el buen hacer de Tartakovsky. Parecería pues que se puede considerar "Hotel Transilvania 3" como la película que su director hubiera querido hacer cuando estuvo al frente de la anterior secuela, con la desventaja de llegar algo tarde a ese deseado momento puesto que poco parece quedar por contar sobre la familia de monstruos. El resultado es pues una película que presenta tanto evidentes desgastes como indiscutibles mejoras.


En "Hotel Transylvania 3" la familia de monstruos se embarca en un crucero de lujo para que Drac pueda gozar unas vacaciones de verano y dar vacaciones a todos los demás en el hotel. Es una navegación tranquila para la Banda de Drac mientras los monstruos disfrutan todas las diversiones que les ofrece el crucero, desde volleyball de monstruos hasta excursiones exóticas, además de broncearse bajo la luna. Pero estas vacaciones de sueño se convierten en una pesadilla cuando Mavis nota que Drac se enamora de la misteriosa capitana del barco, Ericka, la cual esconde un peligroso secreto que podría destruir a todos los monstruos.
A nivel argumental, la película es predecible y sencilla y carece de la originalidad de aquélla con la que se inició la franquicia: una vez agotado el conflicto generado por la recíproca aversión entre los monstruos y los humanos que daba pie a las divertidas situaciones planteadas en la primera entrega, poco queda para desarrollar en una tercera ocasión, más que rascar de lo que queda de esa aversión para poner en escena a Van Helsing y a su progenie. Ahora bien, es de agradecer que se pueda apreciar de manera más efectiva la visión de Genny Tartakovsky, que con pericia da ritmo al metraje con los incontables gags que se suceden uno tras otro y sabe trazar para cada uno de sus incontables personajes, ahora con un protagonismo más repartido, situaciones a medida en las que poner en escena sus personalidades y características. Junto a Drac y sus descendientes vuelven Frank, Murray, Wayne, Blobby, Griffin, Tinkles... y aparecen otros personajes nuevos con diseños indiscutiblemente made in Tartakovsky como la familia van Helsing (con una hija cuyo diseño es evidentemente retro y hasta recuerda a la Olivia que el realizador no pudo finalmente animar) o el Kraken. De todo ello resulta una entretenida película familiar que sin duda permitirá pasar un buen rato plagado de risas, aunque no estará llamada a figurar entre lo mejor de Sony.



Es en la animación donde la película brilla y adquiere su verdadera personalidad: a lo largo de un guión que tiene mucho menos diálogo que en las dos anteriores películas y más minutos para secuencias donde prima la actuación y lo físico, la característica animación de Genndy Tartakovsky se adueña de los personajes para someterlos a ese slapstick que tanto nos gusta de él y a posturas y movimientos tan extremos que hasta desafían las leyes de la física y que en manos de otro resultarían hasta ridículos, pero no así bajo la dirección del realizador ruso-americano.
Por otra parte, el hecho de sacar a la familia de monstruos del hotel permite la construcción de nuevos espacios y ambientes que permiten nuevamente poner a prueba la creatividad de Tartakovsky y su equipo, dando lugar a secuencias tan disfrutables como la del avión, el volcán subacuático, o tantas escenas acuáticas trabajadas para que Drac - como cualquier vampiro que se precie - no se refleje en el agua.



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