Hoy se han conocido las películas finalistas para la 23ª edición de los Premios Cinematográficos José María Forqué, que organiza la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales EGEDA y cuya gala se celebrará el próximo 13 de enero en Zaragoza, y hace unos días se anunciaban los nominados a los Premios Feroz 2018, que entregará la Asociación de Informadores Cinematográficos de España el lunes 22 de enero del próximo año en Madrid. Y un año más las producciones españolas de animación no han podido acceder a la lista de los trabajos que pueden optar al premio a mejor película, al tener que competir en igualdad de condiciones con los largometrajes de imagen real. Es la constatación, un año más, de que un gran número de críticos e informadores cinematográficos del Estado siguen considerando a la animación como "un género" menor, y de que aún hoy son incapaces de reservar a las producciones de animación españolas una categoría de premios que sepa reconocer las especifidades propias de las mismas, mientras que sí hacen lo propio con el documental.
El caso más evidente es el de los premios Feroz, que nunca han tenido una consideración específica hacia el cine de animación y las hace competir en la categoría de películas de comedia, con lo que ya no sólo se desconocen las peculiaridades de la producción de animación sino que incluso se ignora el hecho de que la animación es capaz de plasmar tanto la comedia como el drama o cualquier otro género del cine. Es más, ni tan solo contempla en la categoría todas las películas de animación producidas en España, puesto que para la próxima edición únicamente "Tadeo Jones 2: El Secreto del Rey Midas" resultó incluida dentro de la lista de las elegibles. Resulta por otra parte revelador que se prevea una categoría específica de premio al Mejor Documental que incluye largometrajes, cortometrajes y series, mientras que esta posibilidad se le niega al cine de animación, que en producción de cortometrajes y series innegablemente es capaz de aportar multitud de títulos que podrían competir en una categoría propia.
En el caso de los Premios Forqué, que desde la edición de 2003 hasta la del 2015 contemplaron una categoría especial compartida de los largometrajes documentales y las películas de animación, sucede que desde hace dos años éstas se toman en consideración junto a todos los largometrajes de ficción, mientras que sí se continúa respetando la especifidad de los documentales, que tienen reconocida una categoría en solitario. Igualmente existe una categoría de premios al cortometraje en la que se da cabida a los cortometrajes de animación junto a los de imagen real, pero la concurrencia de los primeros es claramente poco significativa en relación a los segundos y no refleja el número real de producciones de animación en formato corto que anualmente se crean en el país, del mismo modo que no se juzgan ni se tienen en cuenta las especifidades que distinguen la animación de la imagen real. Por otra parte, hace dos años se introdujo en los premios Forqué la categoría "Premio al Cine y Educación en Valores", que otorgan conjuntamente los productores audiovisuales y la Fundación de Ayuda a la Drogadicción con el objetivo de reconocer las cualidades de un filme como recurso educativo para trabajar valores en niños y adolescentes, y que para la próxima edición permitirá tomar en consideración una única película de animación - el largometraje "Deep" - junto a otras dos de imagen real; de nuevo, la categoría no sirve para reconocer los particulares esfuerzos que conlleva sacar adelante una pieza de animación, ni tiene en cuenta los otros largometrajes de animación que se han producido en el país.
Otras organizaciones, más allá de la Academia del Cine con los Goya, ya han demostrado hace tiempo su recocimiento a las especiales características de las producciones animadas, como los Premis Gaudí de la Acadèmia del Cinema Català o el Círculo de Escritores Cinematográficos con sus Medallas CEC.
Sólo cabe desear un año más que sean todos los certámenes de premios cinematográficos los que de una vez sepan reconocer que el cine de animación es una forma de expresión cinematográfica que tiene sustanciales diferencias respecto del cine de imagen real que justificarían como mínimo una categoría de premios propia: no se trata sólo de que las necesidades y los tiempos de producción sean completamente diferentes, por lo general, frente a los requeridos por el cine estrictamente actoral, sino que tras las películas de animación existe un trabajo, de diseñadores de personajes, fondistas, animadores, etc.. que no tiene parangón en el cine de imagen real, y que se ve totalmente ignorado haciendo competir el cine de animación directamente con aquél.
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