sábado, 4 de noviembre de 2017

Deep

"Deep", una aventura que transcurre en las profundidades abisales del océano, es la prueba irrefutable del gran nivel técnico y artístico que hoy es capaz de mostrar la animación que se hace en y desde España, enmarcándola orgullosamente en una situación que poco tiene que envidiar a las grandes producciones que llegan de Hollywood. Si se sigue por este camino, es indudable que la animación española nos depara muy agradables sorpresas.


La historia de la película, dirigida por Julio Soto a partir de un guión desarrollado por él mismo junto a José Tatay y Salvador Rubio, tiene lugar en un futuro no muy lejano, en que la acción del hombre ha sumergido al planeta Tierra bajo las aguas del mar, y los últimos supervivientes que quedan - un excéntrico grupo de criaturas abisales - tienen su hogar en la grieta más profunda de los océanos, protegidos por el mítico Kraken. Pero una catástrofe provocada por un imprudente y joven cefalópodo pondrá en peligro a toda la comunidad y hará que los protagonistas, Deep, Evo y Alice, tengan que emprender un peligroso viaje lleno de aventuras para salvar a todos sus habitantes.
Empecemos por los puntos fuertes: A pesar de remitir irremisiblemente a "Buscando a Nemo", la película se alza con una personalidad en buena parte propia en la medida en que está protagonizada por criaturas abisales; nos encontramos pues con unos seres normalmente desconocidos por el gran público y realmente sorprendentes por su morfología y características, desarrolladas en su adaptación a las grandes profundidades a las que habitan nuestros océanos. Gracias a sus propias peculiaridades y a los diseños con los que se han adaptado para la película bajo la excepcional mano de Sergio Pablos y su estudio, estos seres generan inmediatamente una incontestable simpatía por parte del joven espectador, no sólo hacia los protagonistas sino también hacia la amplia galería de personajes secundarios que pueblan las profundidades del largometraje, entre los cuales el calamar vampiro o el bailongo cangrejo yeti.
Sin ninguna duda, en todo caso, el aspecto más destacable de la película se encuentra en su despliegue visual, revelador de todo el detallismo y dedicación que se ha puesto en cada secuencia de la historia, y trabajado hasta tal punto que se sitúa por encima de muchas de las películas que llegan de fuera. La atención al detalle está cuidada al extremo como ponen de relieve, por ejemplo, las partículas que flotan en el agua, la iluminación de las escenas, y secuencias tales como la que presenta la cueva donde vive la comunidad protegida por Kraken, la visita al Titanic o la preciosa cúpula de un centro comercial de Nueva York.
También la animación, aunque limitada a las propias posibilidades de los seres que protagonizan la película, pone de manifiesto que se ha estudiado la forma en que se mueven y actúan esas criaturas, y cumple en general sobradamente: en este sentido, el que escribe disfrutó especialmente las secuencias que se desarrollan en el Titanic y, particularmente, las que reproducían con absoluta elegancia los vaivenes y el peso de los cadáveres hundidos en el interior del barco.


El punto débil del largometraje se hace lamentablemente evidente en el desarrollo de la historia: una historia de fondo - la del joven insatisfecho que debe probarse a sí mismo y aprender de sus errores - que ha sido revisada en multitud de ocasiones, y aquí lo vuelve a hacer sin que se aporte realmente nada nuevo al esquema, que sin sorpresas remite a la necesidad de comprender las propias limitaciones y saber trabajar en equipo. El desarrollo del previsible guión se muestra incapaz de establecer una verdadera conexión del espectador y de generar empatía hacia los héroes, por cuanto ni el propio protagonista principal se muestra preocupado por la situación que está llamado a solucionar, y además faltan giros y conflictos que realmente pongan en riesgo la consecución del objetivo, al menos hasta que no se llega - demasiado tarde - al final. Tampoco ayuda el abuso de situaciones recurrentes - en las que cada percance acaba resuelto bailando o asistiendo a un número musical - ni la levedad de un sentido del humor discontinuo en el que no faltan gags ya manidos, como el agua caliente a causa de los orines, o chistes que directamente no hacen gracia: como el de los sedientos. Como resultado, la película no se hace enteramente disfrutable, especialmente por parte del público adulto, si bien los espectadores más jóvenes quedarán prendados de los personajes, soltarán alguna carcajada por alguna de sus payasadas e incluso saltarán del asiento para bailar con Alice y Rico en uno de los mejores números musicales de la película.
El balance en todo caso es incuestionablemente positivo, por cuanto que la película logra desarrollar una aventura cuanto menos mínimamente entretenida con un nivel técnico que nada tiene que envidiar a otras producciones y que sitúa las expectativas de futuro a una altura nada desdeñable.


Lo mejor: el nivel de profesionalidad y de ambición puesto de manifiesto en el detallado desarrollo visual de los fondos y los entornos de la película.
En contra: un desarrollo de la trama incapaz de lograr la complicidad del espectador.

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