lunes, 14 de noviembre de 2016

La Vida de Calabacín

Ganadora del Premio del Público y del Premio Cristal al Mejor Largometraje de Animación en el Festival de Annecy de 2016, entre otros reconocimientos, "La Vida de Calabacín" (Ma Vie de Courgette) supone un conmovedor abrir de ojos en el cine de animación infantil: haciéndose un hueco entre todas las historias endulzadas y/o fantasiosas que constituyen la mayor parte de los contenidos que se sirven a los más pequeños, el largometraje de Claude Barras supone un acercamiento, realizado con la delicadeza suficiente pero sin ambages, a una realidad dura como es la constatación de que no todos los niños pueden vivir una infancia normal con sus familias, que existen circunstancias difíciles de sobrellevar en las que un niño puede encontrarse sin ser en modo alguno culpable de las mismas, y que ... en todo caso, existe esperanza para ellos.


Basada con bastante fidelidad en la novela "Autobiographie d'une Courgette" (2002) de Gilles Paris, pero adaptada para el público joven, la película cuenta la historia de un niño de 9 años apodado 'Calabacín' que tras la muerte de su madre ingresa en un hogar de acogida donde viven más huérfanos y niños en situación de desprotección. En un principio no se lleva muy bien con el resto de los niños y se siente en un lugar hostil y extraño, pero con la ayuda de su amigo el policía Raymond y de sus nuevos amigos aprenderá a confiar y encontrará el amor y una verdadera familia.
"La Vida de Calabacín" supone el debut en el largometraje del director Claude Barras, que desarrolla un guión de Céline Sciamma (Girlhood, Tomboy) con aportaciones de Germano Zullo, Morgan Navarro y del propio realizador.
A lo largo de sus breves setenta minutos, y huyendo del melodrama, la película efectúa un viaje emotivo y amable por una situación que no es la de la mayoría de niños, pero que es bueno que éstos conozcan: la de los niños y niñas que viven en orfanatos o instituciones de acogida porque han perdido a sus padres, o porque éstos les maltratan o porque no pueden cuidar de ellos; tal es la amplitud de situaciones que encarna la galería de personajes acogidos en el hospicio: el hijo de una madre alcohólica y un padre que los abandonó, el hijo de unos padres drogadictos, una niña que sufrió abusos de su padre, otra que vió cómo su padre mataba a su madre para suicidarse a continuación, hijos de emigrantes cuyos padres han sido deportados o están en la cárcel... Niños que acaban encontrando refugio en nuevos 'hogares', que lejos de estar retratados como lugares de sufrimiento y castigos como ha sido habitual en el cine respecto a los hospicios y orfanatos (como también a menudo la figura de las llamadas madrastras y padrastros y por extensión los padres adoptivos, figuras que también rehabilita el realizador), son lugares donde pueden redescubrir una alegría acaso parcial y donde un sentimiento muy humano llamado solidaridad puede alcanzar su máxima expresión y lograr que se sientan de verdad como parte de una familia. Por estos derroteros transita Claude Barras con una historia en apariencia sencilla pero que logra reflejar con un realismo extremo, a la vez que con la simpatía y el corazón que destila la visión del mundo expresada por los mismos niños y en especial por el niño protagonista y sus dibujos, el drama y las alegrías de estos chavales que se ven forzados a vivir en hogares extraños, y cuyas circunstancias les obligan a hacerse los fuertes, a desarrollar la astucia, a convertirse incluso en adultos antes de lo que les tocaría, pero cuyas ganas de ser amados les permite desarrollar unos fortísimos vínculos de amistad entre ellos y a desearse lo mejor, que al fin y al cabo es poder llamarle a alguien de nuevo 'mamá' o 'papá'. Precisamente porque es una película para niños, aunque por su contenido y por su forma será igualmente interesante para los adultos, Claude Barras acierta al exponer la historia con un tratamiento que no les asustará, pero que al mismo tiempo es directo, realista y sin condescendencias.


La técnica de animación utilizada es la del stop motion, si bien no encontraremos en esta película el stop motion con multitud de efectos e infinidad de expresiones logradas mediante impresión 3D a las que nos tienen acostumbrados estudios como Laika, francamente innecesarios en esta historia, sino una animación sencilla, artesanal y cercana a los sentimientos en la que los rostros de los personajes simplemente tienen animados ojos, cejas, boca y en limitadísimas ocasiones el cabello, y sin embargo logran transmitir toda la expresividad que la historia requiere. No faltan en todo caso, junto a escenas más íntimas y contemplativas, aquellas que se rinden a la aventura y la diversión y constituyen un ingente reto a nivel de animación, como la secuencia del baile o la guerra de bolas de nieve, por citar sólo un par.
El público joven sabrá encontrar en los cariñosos diseños de los personajes, de largos brazos, cabeza grande, narices coloradas y ojos saltones, el alivio necesario a la realidad que se esconde en sus corazones. Un diseño por cierto que contrasta con la perfección del uniformizador 3D y de muchos de los diseños de las grandes producciones en stop motion, quizás para remarcar que no toda realidad es tan perfecta como parece: a pesar de estar construidos con el mismo látex , silicona y resina utilizados en la mayoría de producciones de este tipo, los personajes muestran en esta ocasión una textura orgánica, con imperfecciones, que por otra parte resaltan su carácter artesanal.

Lo mejor: Claude Barras consigue lograr un equilibrio perfecto entre el dramático realismo y la amabilidad de su narración y del diseño visual para acercar al público joven a una verdad cruel.
En contra: no apta para las familias que quieran mantener a sus hijos en la dulzona burbuja de las películas Disney y similares.

2 comentarios:

  1. Bon dia Albert, una alegria retrobar-te després de tant temps!, i et felicito pel bloc! ..Aquí ens trobaràs com sempre entre ninots ;) www.stopmotion.cat
    Una abraçada,
    Núria

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    1. Igualment Núria! Espero de debó que hi hagi més ocasions de retrobar-nos i amb més calma per poder parlar d'animació i de més coses.

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