martes, 29 de noviembre de 2016

Vaiana

La nueva película de Disney, dirigida por los veteranos del estudio Ron Clements y John Musker (directores de maravillas en animación tradicional como "La Sirenita" o "Aladino") a partir de un guión de Jared Bush, Pamela Ribon, Taika Waititi y los propios directores, constituye un nuevo logro de Disney a nivel visual y de animación, donde alcanza indiscutiblemente la perfección, aunque en el terreno argumental se queda por detrás de lo conseguido con "Zootrópolis" e incluso con "Frozen", el hit al que pretendía emular como película musical protagonizada por una heroína.


La historia de "Vaiana" (originalmente "Moana" y rebautizada aquí por un conflicto de derechos de marca) sigue a una joven aventurera, llamada a suceder al jefe de un poblado de las islas de Oceanía, que sale a navegar en una arriesgada misión para salvar a su pueblo y restituir el equilibrio roto mil años atrás, cuando los viajes de sus antepasados a través del gran Pacífico se detuvieron y los recursos de las islas empezaron a escasear; para ello deberá salir en busca del poderoso semi-dios Maui y llevarle con ella en el mar abierto en un viaje lleno de acción, que les enfrentará a monstruos enormes y desafíos imposibles, y a descubrir la única cosa que Vaiana ha estado buscando siempre: su propia identidad.
Es justo referirse en primer lugar a aquello en lo que la película de estas Navidades ofrecida por Disney es insuperable, y en este sentido el nivel de lo conseguido a nivel visual y de animación es encomiable. No tan solo se ha logrado reproducir con profundo respeto y extremo buen gusto la cultura y el entorno de los pobladores de Oceanía, a los que el espectador se sentirá transportado sobre todo en una primera parte en que se nos permite conocer a Vaiana y las costumbres antiguas y del día a día de su pueblo, al tiempo que se ha realizado un acertado diseño de personajes que refleja con fidelidad la fisonomía y detalles característicos de los polinesios, sino que en la recreación del medio que siempre ha determinado las vidas de estos pueblos, el mar, se han empleado a fondo todos los recursos que el estudio ha sido capaz de desarrollar para animar el océano de forma extremadamente realista, poniendo atención en reconstruir digitalmente todas las dinámicas que caracterizan ese medio y en hacer que funcionen como un guante en combinación con los personajes y las embarcaciones. Ese mismo mar es animado de forma magistral para definir la especial relación que tiene con Vaiana, convirtiéndose en un personaje más que con una simplicidad tan solo aparente es capaz incluso de transmitir emociones y estados de ánimo a través de sus poses y movimientos.
Y es que el nivelazo de la animación mostrado en "Vaiana" es apabullante y así se aprecia en otros múltiples aspectos: los personajes en 3D están dotados de un rigging ya tan desarrollado que les permite alcanzar posibilidades de expresividad enormes puestos en manos de excelentes animadores que llegan a mover a sus personajes como si les estuvieran aplicando captura de movimiento, incluso el rechoncho Maui consigue hacer con su cuerpo movimientos que parecerían inverosímiles dado su tamaño, y que sin duda otros estudios no habrían sabido llevar a buen puerto; las largas melenas de los protagonistas se mueven como si se tratara de cabello real, respondiendo convenientemente a si están secas o mojadas; e incluso los realizadores se han permitido revisitar la animación 2D tradicional que tan buenos trabajos hizo posibles en el glorioso pasado de Disney, aplicándola bajo la supervisión del legendario Eric Goldberg a un simpático y elocuente mini-yo del semi-dios Maui que se desplaza con una plasticidad pasmosa por toda su piel, homenaje por otra parte que también se hace extensivo a la psicodélica secuencia musical que acompaña a la canción "You're Welcome" interpretada por Maui, donde los personajes en 3D quedan integrados en patrones polinesios y dibujos realizados y animados en 2D.
La música, escrita por Opetaia Foa’i, Mark Mancina y Lin-Manuel Miranda, es de hecho otro de los aspectos positivos de la nueva película de Disney en la medida en que consigue acompañar con fuerza las emociones y mensaje de la mayor parte de las escenas y contagiar la alegría de los ritmos de Oceanía.
En el apartado argumental, la película ofrece una historia con muchas aventuras y humor (y evocaciones fílmicas como unos Kakamora que recuerdan a los guerreros de Mad Max, o las frases que Vaiana repite como un mantra recordando al Íñigo Montoya de "La Princesa Prometida") capaz de hacer pasar un buen rato al espectador más joven y también al adulto, con personajes bien construidos y con un perfil bien definido, entre los que la pareja protagonista formada por Vaiana y Maui funciona a la perfección para contraponer los caracteres de ambos: Vaiana es una chica decidida, valiente, independiente y capaz de sacrificarse por su pueblo, mientras que el cambia-formas Maui es un semi-dios vanidoso, egoísta y fanfarrón que recuerda a fórmulas como las del gruñón Shrek o el alocado genio de Aladino, y aporta buena parte de los momentos distendidos de la película aparte de ser el espejo de lo que Vaiana no representa.


Lo que impide que la película termine siendo perfecta deriva de que en un evidente y encomiable esfuerzo de encajar su narrativa clásica en los nuevos tiempos, que demandan personajes femeninos tratados en pie de igualdad respecto de los masculinos, Disney no ha encontrado en esta ocasión la mejor fórmula, y al querer despojar a la historia y a su heroína de tantos aspectos que históricamente han podido suponer un lastre para el reconocimiento de la mujer como persona independiente con sus propios valores y deseos, ha acabado forjando una aventura correcta, pero aséptica y desprovista de conflicto real. En efecto, bajo el empeño de dejar atrás los roles tradicionales, Vaiana ya no se quiere denominar princesa sino la hija del jefe, no tiene el corazón pendiente de ningún hombre o mujer y hasta desaparece la figura del villano como verdadero némesis del protagonista, capaz de cuestionarle y de poner en duda la persecución de sus objetivos (teniendo en cuenta que no cabe encuadrar en este concepto a los Kakamora, el cangrejo Tamatoa o al volcán Te Ká, que al fin y al cabo no constituyen mucho más que anécdotas en el viaje de los protagonistas). No hay un verdadero conflicto capaz de aportar la épica necesaria al progreso personal de Vaiana, que por otra parte encuentra en el especial vínculo mágico que le une al mar y en las místicas visiones de sus antepasados una extraordinaria ayuda para vencer muchos de los obstáculos que se encuentra; de hecho, el mismo mar hubiera podido resolver el problema de la película si no se tratara en fin de reconciliar a los humanos con la naturaleza. En este sentido, hubiera sido más creíble y agradecida una heroína que pudiera fallar y equivocarse para demostrar que puede sobreponerse, como ya se logró de forma más convincente - reafirmando igualmente el papel de la mujer - en "Zootrópolis" o en "Frozen", por parte de Disney, o en "Brave" por parte de Pixar. Por cierto, resulta curioso que mientras en la última citada haya un mensaje de reconciliación entre la figura materna y la filial, en "Vaiana" sean precisamente los padres, a falta de verdaderos villanos, una de las principales figuras que se interpone frente a los deseos de libertad de la protagonista, mientras que ésta halla total apoyo en la "loca" de su abuela (figura, por lo general, presta sociológicamente a ceder ante todos los caprichos de los nietos); y es que para una compañía como Disney que más allá de un estudio que hace películas es sobre todo una empresa que vende productos, puede tener sentido afirmar hasta tal extremo la individualidad de todos sus consumidores y consumidoras.
Finalmente, en este aparente proceso de desvestir a un santo para no vestir a otro, Clements y Musker acaban también con la clásica mascota como figura que suele aportar consuelo, ayuda o consejo al personaje protagonista. Cuando finalmente parece que la película acaba decidiéndose por una de las mascotas, entre el cerdito Pua y el gallo Hei Hei, el protagonismo lo asume un gallo desprovisto de toda inteligencia (no vaya a ser que un macho ensombrezca con algún sabio consejo la indiscutida independencia de Vaiana) que, si bien es cierto que da lugar a un buen número de situaciones cómicas a lo largo del metraje, no aporta ningún otro valor como comparsa de la protagonista.


Lo mejor: "Vaiana" es una película espectacular a nivel visual y de animación, capaz de llevar a su máxima expresión lo mejor de las posibilidades del 3D para realizar dibujos animados.
En contra: Disney recicla su narrativa clásica en una aséptica historia en un intento algo fallido de adecuarla a los nuevos tiempos.

Por otra parte, hay que felicitar al realizador del corto que precede al largometraje, Leo Matsuda (story artist en “Big Hero 6” y “¡Rompe Ralph!”), que con su trabajo en "Inner Workings" presenta una comedia fresca y original con un estilo gráfico único y atractivo que mezcla de forma perfectamente integrada imágenes generadas por ordenador y animación dibujada a mano. Inspirado en las láminas transparentes de anatomía humana que había en su enciclopedia, el director adaptó esa idea al nuevo cortometraje para transportar a los espectadores al interior del cuerpo de un hombre llamado Paul - de una forma que recuerda a la genial "Del Revés" de Pixar, pero que tiene un estilo bien propio y diferenciado - que lucha por encontrar un equilibrio en su vida diaria, entre los extremos que representan su racional, cauto y recto Cerebro y sus órganos más primarios, como su Estómago, sus Pulmones, su Vejiga y al frente de todos ellos un animoso Corazón con ganas de aventura y diversión que tienen opiniones diferentes. Con un sentido del humor muy ácido y un ritmo frenético que conducen una historia sin palabras acompañaremos al protagonista a lo largo de sus dilemas vitales hasta alcanzar una conclusión inteligente y nada artificiosa: que al final, todo reside en encontrar un equilibrio.



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