"El Grinch" cuenta la historia de un cínico cascarrabias que lleva una solitaria vida con su fiel perro Max como única compañía. Con una guarida plagada de inventos e ingeniosos cachivaches para satisfacer todas sus necesidades diarias, el Grinch solo se deja ver por Villa Quién cuando se queda sin comida. Cada año, los lugareños perturban su pacífica soledad con las celebraciones que más odia: La Navidad. Cuando los Quién declaran que ese año van a preparar una Navidad el triple de grande, el Grinch se da cuenta de que solo hay un modo de recuperar algo de paz y silencio: robar la Navidad haciéndose pasar por Santa Claus en Nochebuena. Mientras tanto, en Villa Quién, una dulce niña llamada Cindy-Lou, desbordante de espíritu navideño, planea con sus amigos atrapar a Santa Claus durante su visita en Nochebuena para trasladarle un deseo muy especial.
La película adapta el breve relato del Dr. Seuss de forma suficientemente fidedigna, teniendo en cuenta que aquél es un relato corto y en este caso había que adaptarlo a un largometraje de 86 minutos. En este sentido, los realizadores han sabido dotar a la trama de mayor carga emotiva con una tierna historia en torno a la simpática Cindy-Lou y su sobre-ocupada madre y en cierta medida también en la relación entre el Grinch y su fiel perro Max, al tiempo que la convivencia de este mismo dúo y las andanzas del malhumorado Grinch por Villa Quién o en busca de un reno para su trineo generan multiplicidad de oportunidades, más allá del relato original, para arrancar la risa del espectador; aunque también en ocasiones conduzcan a secuencias algo irrelevantes, que sirven principalmente para alargar la trama en lugar de aportar algo realmente original o consistente.
Resulta muy vistoso el tratamiento visual de la cinta, que efectúa una rica y detallista exhibición de la festiva población de Villa Quién y de toda la pompa que acompaña a los festejos navideños, basándose además en un diseño de personajes que, de nuevo (ya lo era la película de 1966), es muy próximo a las ilustraciones presentes en la obra de Seuss. Subyace además en la recreación de las festividades que alegremente llevan a cabo los Quién - tres veces más grandes - una crítica velada al consumismo, el despliegue de luces y la política de aparador que van aparejados a día de hoy con las fiestas navideñas, y que no tienen realmente nada que ver con el espíritu de la celebración.
Por otro lado, resulta inevitable ver en el Grinch, una mezcla de Gru y Mascotas - dos de las exitosas franquicias de Illumination - que resulta cuanto menos sospechosa. ¿Es o no la gruta del Grinch, llena de artilugios técnicamente desarrollados, algo que recuerda poderosamente al escondite de Gru? ¿O no es incluso el propio Grinch un inadaptado muy parecido a lo que fue Gru en un principio? Y en alguna medida la relación del Grinch con más y el orondo reno que se presta a servirle también recuerdan a otros terrenos ya explorados por la casa.
En cualquier caso, la postal navideña de Illumination resulta al fin un entretenimiento suficientemente disfrutable que será del agrado de buena parte de la familia, tanto por algunos de sus innumerables gags como por la tierna historia que mueve el relato, que avanza con una animación técnicamente bien ejecutada y visualmente muy próxima al clásico cuento del Dr. Seuss.
Lo mejor: el diseño de las secuencias convierte a esta película en una experiencia realmente indicada para ser vista con gafas 3D.
En contra: la voz en off del narrador del cuento, que pretende trasladar a la película algunos de los versos del Dr. Seuss, resulta a menudo redundante y fuera de lugar, al expresar hechos o sentimientos que ya están suficientemente reflejados en las escenas que se desarrollan en pantalla o mediante la propia expresividad de los personajes.
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