"El Libro de la Vida" es una película que merece ser vista por su original y rico diseño visual en torno al folklore de El Día de los Muertos. Sin embargo, y utilizando los símiles taurinos que tan bien le van a la trama, no remata la faena en la narración de la historia.
Producida por Guillermo del Toro, que suele financiar proyectos de talentos emergentes, y dirigida por Jorge R. Gutiérrez, que firma el guión junto con Doug Langdale, la película de los estudios mejicanos ReelFX, que consiguió estar preseleccionada para los Oscar y ha recibido un Annie por su diseño de personajes (excelentemente conducido por Sandra Equihua) narra una historia que acontece en el pequeño pueblo mejicano de San Ángel, donde dos jóvenes amigos, Manolo y Joaquín, comparten su amor por la niña María; ello será utilizado por la deidad Xibalba, que reina aburrida en el inframundo en la Tierra de los Olvidados, para proponerle una apuesta a La Muerte, que reina en la más festiva Tierra de los Recordados: apostarán por qué niño acabará ganándose finalmente el amor de María, de modo que si Xibalba vence, ganará el trono de la Tierra de los Recordados, y si pierde, dejará de atormentar a los humanos. Aceptando la apuesta, La Muerte se decanta por el joven Manolo, un romántico niño atraído por la guitarra que es hijo de torero, mientras que Xibalba se pone del lado de Joaquín, un niño más egoísta y belicoso, a quien le regala una medalla que ha de librarle de cualquier daño. Cuando María es envíada a educar a Europa, Manolo crece, a su pesar, como torero, mientras que Joaquín se desarrolla como militar y defensor de la ciudad; hasta que finalmente María vuelve a San Ángel y la apuesta debe decidirse: ¿Por quién se decidirá María? Es entonces cuando Xibalba decide jugar sucio de nuevo y envía a Manolo a la Tierra de los Recordados, donde deberá hacer lo posible por volver al mundo de los vivos y recuperar a María, al tiempo que debe evitar que el villano Chacal acabe con el pueblo y los envíe a la Tierra de los Olvidados.
Lo mejor de la película está en su imaginativo, abigarrado, alegre y colorista diseño visual y su diseño de personajes, original y único. Éstos son muñecos de madera en la caja de un museo donde dos guías cuentan su historia a un grupo de escolares, y como muñecos de madera, con trabajados acabados y detalladas texturas, se muestran en la película, en un excelente diseño de Sandra Equihua y Jorge Gutiérrez. El despliegue visual alcanza la categoría de verdadero espectáculo en la Tierra de los Recordados, donde el mundo de los muertos se muestra como un paisaje alegre, colorista y festivo que derrocha imaginación, y donde el conocimiento del folklore local se demuestra en cada detalle. Allí, la madera de los personajes se convierte en hueso, y es una lástima que tan poca parte de la película se desarrolle finalmente en este escenario, puesto que nos regala posiblemente los mejores momentos de la cinta.
Técnicamente, la animación es muy correcta: los personajes se mueven de forma fluida y convincente, haciéndonos olvidar de que son personajes de madera (acaso hubiera sido más justo que algún detalle en su movimiento ayudara a acordarnos de este extremo). Sin embargo, en algunas ocasiones es la acción tan frenética y tan abrumadora, que se hace difícil ver qué ha pasado.
La historia tiene un marcado tono de comedia, a pesar de su trasfondo romántico, y no faltan durante la película gags ocurrentes, donde hay lugar para acertados personajes secundarios como la troupe de mariachis, o los antepasados toreros de Manolo. También los temas musicales (aunque con una selección acaso demasiado variopinta) contribuyen a aderezar la historia, añadiendo su valor a ese marcado tono alegre con que se narra una fábula propia de El Día de los Muertos.
Como anticipábamos, donde la película flojea es en la narración de la historia: de una parte, hay frecuentes altibajos en el ritmo, como por ejemplo, cuando la acción es repetidamente interrumpida por los escolares que escuchan la narración del cuento, sin aportar realmente nada al devenir de los acontecimientos, o en otras ocasiones discurre demasiado deprisa. Por otra parte, falta épica: la película es muy previsible y ni los personajes ni sus decisiones se ven en ningún momento en un trance en apariencia insuperable; en el caso del triángulo amoroso, ya desde el primer momento se ve por quien se va a decantar María, ya que los personajes son muy de cliché, y la invalidez de Joaquín como candidato no ofrece ningún tipo de duda, cuando quizás hubiera sido más interesante enriquecer sus personalidades y ahondar en su amistad y ver cómo se puede poner en peligro. Todo ello hace que la película, aun sir ser tediosa, se haga un poco insulsa, si no fuera por el inmenso genio del apartado visual que realza el todo.
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