sábado, 14 de noviembre de 2015

Yoko y sus amigos

En un país donde poco cine de animación nacional llega a los cines, todavía es menos el cine que se produce específicamente para los más pequeños, por lo cual es de agradecer que el pasado viernes se haya estrenado una película como "Yoko y sus amigos", que ofrece a los padres una magnífica oportunidad para llevar al cine a sus hijos de menor edad y hacerles ver una película con contenido infantil, amena y con valores comprensibles para ellos.


"Yoko y sus amigos" es una co-producción de la compañía vasca Yokoren Kluba Aie, Wizart Animation (la productora rusa tras la exitosa franquicia "Snow Queen"), Somuga y Dibulitoon, que está co-dirigida por Juanjo Elordi y el joven ruso Rishat Gilmetdinov, a partir de un guión de Edorta Barruetabeña. Cuenta la historia de Vik, un niño de seis años que tras cambiar varias veces de domicilio por el trabajo de su padre va a parar finalmente a un piso muy cercano a un parque donde, a pesar de su timidez y su reticencia a jugar con otros niños, acaba conociendo a Mai y Oto; esta amistad atrae la atención de Yoko, una criatura mágica del parque cuya existencia pasa en general inadvertida para los adultos y que lo único que quiere es jugar por encima de todas las cosas.
La película tiene una estructura casi episódica, basada en el día a día de los juegos con que los protagonistas disfrutan en el parque en compañía del simpático Yoko, una suerte de conejo gigantesco que recuerda al Totoro de Miyazaki. No hay realmente un conflicto que conduzca la historia, puesto que el que se plantea casi al final y la facilidad con que queda resuelto lo dejan como una mera anécdota. De lo que se trata de hecho es de poner en valor aquel tesoro que tan solo los niños son capaces de encontrar, que es el juego y la magia de la imaginación que sólo ellos son capaces de desplegar, algo que los adultos solemos perder de vista por las vendas que nos ponen en los ojos las convenciones, la timidez o el trabajo; por ello mismo tampoco son capaces de ver a Yoko, alguien que sólo es visible para los niños a los que les gusta jugar. Y el mensaje es que hay que preservar ese tesoro, pensando en el bienestar que hace a nuestros niños y evitando en lo posible que las necesidades de los adultos pasen por encima. Junto al valor del juego y la imaginación, también se incide en valores como la integración, el trabajo en equipo, la igualdad y el compañerismo.


Gráficamente la película ofrece unos diseños en 3D muy "kid friendly", cercanos a los pequeños, basados en formas sencillas, muy coloridas y personajes sin articulaciones y de estructura cuadrada, algo muy evidente en sus cabezas. Quizás hasta tal punto es llevada la sencillez que parece no importarles a los diseñadores que los polígonos del 3D se superpongan; los jovenes espectadores no se fijarán en ello, puesto que para ellos lo que importa es que con el juego pueden divertirse hasta cotas tan altas que les harán olvidarse de que la realidad sea tan cuadrada.

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