Es significativo que el póster que luce en la mayoría de las salas de cine para presentar la película "Gru 3: Mi Villano Favorito" no esté protagonizada por el villano convertido en defensor de los justos sino por uno de sus minions vistiendo las rayas carcelarias. Es un detalle revelador del principal talón de Aquiles de esta tercera entrega de las aventuras de Gru, aunque podría considerarse la cuarta de la lucrativa franquicia Gru-Minions, que acusa el peso de las excesivas líneas argumentales abiertas para manejar a todos sus personajes, debilitando en exceso la potencialidad de la historia de Gru.
En esta nueva entrega Gru se encuentra sumido en una crisis de identidad tras ser despedido de la Liga Antivillanos por no lograr capturar al último tipejo que amenaza a la humanidad: se trata de Balthazar Bratt, una vieja estrella que se ha obsesionado con el maléfico personaje que interpretó como actor infantil en una serie de televisión que resultó cancelada con su llegada a la pubertad, y que está decidido a acabar con Hollywood y con todo aquel que se interponga en su camino con un arsenal de armas y unas pintas ancladas en los 80. Pero cuando un misterioso desconocido aparece para informar a Gru de que tiene un hermano gemelo, que además está deseando seguir sus pasos como supervillano, nuestro héroe redescubrirá lo mucho que le tienta volver a hacer maldades. La película está nuevamente dirigida por Pierre Coffin, que en esta ocasión está acompañado por Kyle Balda (Los Minions) y por Eric Guillon, y escrita por Cinco Paul y Ken Daurio; está producida por Chris Meledandri y Janet Healy y cuenta con Chris Renaud como productor ejecutivo.
El planteamiento de la nueva entrega ofrecía interesantes posibilidades, al presentar a Gru la disyuntiva entre seguir con su nueva vida o abrazar de nuevo sus habilidades para el crimen, lo que podía haberse aprovechado para desplegar un buen número de divertidas situaciones de conflicto interno y de desencuentro familiar con Lucy y su descubierto hermano gemelo. Sin embargo, nos encontramos con una multiplicidad de líneas que no están suficientemente ligadas con la trama principal y que acaban sumiendo en la ligereza el conflicto de Gru: por una parte los Minions, descontentos con su nueva vida, dejan a Gru para buscar su propio camino; Lucy está preocupada por aprender a ser una buena madre de las adorables Margo, Edith y Agnes, la cual aspira desesperadamente a encontrar un unicornio; Balthazar Bratt busca destruir Hollywood; y el gemelo de Gru, Dru, quiere convencerle de retomar la senda del crimen. Demasiada carne para tan poco plato. Quizás en la segura nueva secuela, se acierte más a desplegar el interesante conflicto entre Gru y Dru que se dibuja tan solo hacia el final de la película.
En cualquier caso no faltan en esta tercera entrega la sensación de haber pasado un rato entretenido y la posibilidad de reírse ante divertidas situaciones, tanto con los omnipresentes minions, que dan la nota en un show de canto y se convierten en los amos del presidio, como con el enfrentamiento con Balthazar Bratt y el asalto de los gemelos a su fortaleza, en que las gracias y recursos a costa de los 80 harán reír a más de un adulto.
Lo mejor: el asalto a la fortaleza de Bratt con la ayuda de un inexperto Dru plantea uno de los mejores momentos de la película, tanto en situaciones cómicas como a nivel de animación
En contra: multiplicidad de tramas demasiado dispersas que sumen en la ligereza el tono general de la película.
Twittear
No hay comentarios:
Publicar un comentario